El sueño es uno de los procesos básicos de toda especie animal, desde insectos hasta mamíferos. Es tan importante para el ser humano que ocupa un tercio del total de la vida humana. Los patrones del sueño cambian a lo largo de la vida. Por ejemplo, un recién nacido duerme 16 horas por día. Además, las rutinas en las que nos envolvemos también van modificando estos ciclos.
Este proceso tan vital para el ser humano en ocasiones se ve descuidado. La falta crónica de sueño deteriora la función cognitiva , por lo que afecta en el desempeño de las actividades durante el día. Mientras dormimos, algunas funciones básicas como la respiración y la frecuencia cardiaca disminuyen en ritmo e intensidad, así como la función del sistema muscular. Existen varias fases del sueño, entre ellas la denominada REM (Rapid Eye Movement). Esta etapa se distingue por la presencia de sueños abstractos, es decir aquellos que son atípicos y surreales a diferencia de los sueños de la fase NREM (Non-Rapid Eye Movement) que son típicamente lúcidos y con sentido de propósito.
En tiempos de hiperconectividad estamos constantemente estimulados por contenidos visuales y audiovisuales, incluso desde diferentes dispositivos móviles.
Debido a esto, podemos estar sometiendo a nuestro Sistema Nervioso a una sobreexposición de dispositivos móviles y pantallas que podría afectar nuestro ciclo del sueño, esto aunado a la falta de exposición al exterior y a la luz solar de manera constante podría jugar un rol fundamental en nuestro ritmo circadiano (Ciclo natural de cambios físicos, mentales y de comportamiento que experimenta el cuerpo en un ciclo de 24 horas).
Buenos hábitos de sueño.
Un buen descanso es esencial para tener un alto rendimiento en nuestras actividades durante el día. En la situación en la que nos encontramos, un buen ciclo del sueño también nos permitirá mantenernos positivos para enfocarnos en lo bueno y enfrentar momentos de incertidumbre.