1. Practicar la bondad
Uno de los grandes mitos del liderazgo es que para ser efectivo, el "gran jefe" tiene que ser inaccesible y despertar miedo. La psicología positiva ha desbancado la idea de que sólo si actúa como un tirano el líder podrá hacer que su equipo realice las tareas en la forma y tiempo programados. La ciencia del bienestar ha descubierto que un buen líder se caracteriza no sólo por una inteligencia cognitiva despierta, sino sobre todo por su inteligencia social, que es una fortaleza perteneciente a las virtudes de humanidad, junto con la bondad y el amor. A todos nos gusta que nos traten bien, por lo que los colaboradores responderán mejor a la amabilidad que a la aspereza. Muchas veces en aras de ahorrar tiempo se omiten los saludos, pero la cortesía es una primera forma de bondad. Otras veces los líderes se sienten tan abrumados por sus responsabilidades que dejan de hacer el esfuerzo por recordar los nombres de sus colaboradores, con lo cual envían a la persona el mensaje de que su contribución al trabajo la puede hacer también cualquier otra, lo que genera falta de involucramiento. Además de saludar y recordar los nombres, siempre hay oportunidades para tratar al equipo de trabajo con bondad, con lo que se generará un mayor compromiso y resultados de mejor calidad.
2. Fortalecer las relaciones horizontales
Un líder inseguro de manera consciente o inconsciente trata de evitar la colaboración entre los miembros del equipo. Él está en la punta de una pirámide, de donde salen todas las órdenes y las aprobaciones; todo tiene que pasar por él. Un líder seguro y más efectivo es como el centro de una rueda de carro: está enterado de lo que hace cada uno de los miembros del equipo, pero permite y fomenta las relaciones de colaboración entre los miembros del mismo. De esta manera hay mayor cohesión, unidad, se refuerza el propósito común, el sentido de identidad y, finalmente, cuando se logra el objetivo, el orgullo por lo conseguido permea todo el ambiente laboral.
3. Motivar con claridad
El logro de cualquier meta requiere de involucramiento. Los miembros del equipo deben estar enterados claramente de cuál es el objetivo, para dirigir sus esfuerzos hacia él. Algo indispensable para mantener al equipo involucrado son las retroalimentaciones periódicas, que puedan saber por parte de su supervisor si están haciendo bien el trabajo, si la empresa se está acercando a la meta, si sus esfuerzos han valido la pena. También conviene reforzar la motivación y el involucramiento al favorecer un ambiente laboral en el que la gente pueda trabajar sin interrupciones, concentradamente.
4. Explicar el para qué
Cuando las personas conocen el sentido de su trabajo, se comprometen más con los resultados. Con la división de las labores, a veces se pierde la perspectiva del sentido último. Un ejemplo que me encanta es el de un afanador de un hospital, a quien le preguntaron cuál era su trabajo y contestó que su trabajo era mejorar la salud de los enfermos. Él no veía su trabajo como una actividad de limpieza únicamente, sino estaba comprometido con la meta última, la del hospital. Por ello, cuando expliques a tu equipo de trabajo el objetivo hacia el cual deben dirigirse, recuerda también hablar acerca del para qué. Cuando los colaboradores comprenden la trascendencia del esfuerzo, se comprometen más con él.
5. Fomentar las emociones positivas
Es un mito que para alcanzar logros importantes todos tienen que estar serios y de caras largas. Uno de los descubrimientos importantes de la psicología positiva es que, como lo demuestra la Dra. Barbara Fredrickson en su teoría de ampliar y construir, las emociones positivas contribuyen a que las personas sean más productivas, más afables, más activas, más sanas, más amistosas, más colaborativas, más resilientes y más creativas. Al presentar un proyecto en el cual el equipo debe involucrarse con toda la energía, conviene despertar emociones positivas como el interés y el sentido de orgullo por las tareas bien hechas. Los obstáculos pueden enfrentarse con humor, serenidad y esperanza. Un buen líder genera también un ecosistema laboral positivo al hacer uso de la gratitud y el aprecio.