Todos queremos ser felices, pero pocos coincidimos en la manera en la que pensamos lograrlo. Ponemos condiciones a la felicidad, por ejemplo: podré ser feliz cuando tenga dinero, si mi salud mejora, si encuentro novio, si me gano una beca, si mi padre me pide perdón… Actuamos como si las causas de la felicidad estuvieran fuera, no dentro de nosotros mismos.
La mayor parte del tiempo actuamos como si nuestra felicidadSi pensamos en causas internas de la felicidad, a veces la atribuimos a algo heredado, como una suerte de lotería genética, donde así como hay rubios y morenos, altos y bajos, hay personas felices o infelices.
Otras veces pensamos que la felicidad es algo que obtendremos en el futuro, no algo que podemos construir en el presente. Estamos en búsqueda, pero como el pájaro azul de una antigua película ( versiones de 1940 y 1976) es siempre elusiva, podemos acercarnos, pero no atraparla.
Desde la antigüedad muchos pensadores, como Aristóteles, han reflexionado acerca de lo que hace feliz al ser humano. Pero la ciencia se había preocupado escasamente por estudiar la felicidad; quizá su apariencia elusiva hacía que pocos se esforzaran en describirla, cuantificarla, medirla, lo que, sin embargo, la ciencia lleva muchos años haciendo para medir la depresión y la enfermedad mental. La psicología positiva surgió en 1999 como una propuesta de un grupo de investigadores encabezados por el Dr. Martin Seligman como una rama de la ciencia dedicada a estudiar científicamente la felicidad, el bienestar subjetivo y la experiencia óptima o flow.
La psicología positiva estudia científicamente la felicidad y el bienestar.
La psicología positiva explica que nuestra felicidad es el resultado de nuestra herencia genética, las circunstancias y las acciones que hacemos. En su libro Authentic Happiness (2002), Martin Seligman propone la siguiente fórmula:
F es el nivel de perdurable de felicidad, que resulta de sumar R, el rango base de felicidad, que son las características con el que nacimos, más C, que son las circunstancias, y V, que son las acciones que emprendemos de manera voluntaria.
La felicidad auténtica no es el placer de tomar un helado en un día caluroso o de disfrutar de un concierto de nuestra música favorita. La felicidad auténtica está relacionada con el bienestar que obtenemos al ejercitar los talentos y fortalezas de carácter que nos hacen únicos, contribuyendo a mejorar nuestra vida, la de los que nos rodean y la de la sociedad.
Fuente: Lyubomisrky, Sonja (2007). The How of Happiness.
Los estudios de psicología positiva muestran que el rango base genético contribuye con 50% al nivel de felicidad; las circunstancias, como el país en el que vivo, si estudio o trabajo, si tengo dinero o salud, contribuyen con el 10%; mientras que lo que pertenece al dominio de la voluntad, es decir, lo que yo decido hacer para construir mi felicidad, contribuye con 40%. ¿Cómo quieres empezar a construir tu felicidad hoy?