Si preguntas a alguien qué es lo que desea en la vida, es muy probable que te diga que desea ser feliz. Si preguntas un poco más, quizá te diga cómo imagina ese estado de felicidad: tener un trabajo bien pagado, formar una familia, tener una pareja, terminar sus estudios de posgrado… muchas de las aspiraciones en la vida son como una promesa de felicidad en el futuro.
Otras personas quizá te digan que desearían ser felices, pero que en las circunstancias actuales eso es muy difícil. Quizá atribuyan sus niveles de infelicidad a un empleo que les disgusta, el no tener una casa propia, la inseguridad o a una ruptura sentimental.
Una aspiración legítima
El próximo 16 de octubre se llevará a cabo el II Foro de Ciencias de la Felicidad, organizado por el Instituto de Ciencias de la Felicidad, de la Universidad Tecmilenio. En este marco se contará con las conferencias de dos grandes investigadores del tema: Mihalyi Csikszentmihalyi y Sonja Lyubomirski. Ésta última, precisamente, señala que el deseo de ser feliz es una aspiración legítima y valiosa, pero requiere de compromiso y esfuerzo. Ella es la principal exponente de la fórmula de la felicidad, que establece que el 50% de nuestro bienestar tiene un componente genético, el 10% puede atribuirse a las circunstancias y el 40% depende de nuestras acciones y nuestra voluntad.
Debido a este hallazgo de la importancia de nuestros pensamientos y decisiones para poder crear un estado de bienestar y felicidad, Sonja Lyubomirski ha dedicado veinte años al estudio científico de cómo se da la felicidad, qué acciones la posibilitan, qué pensamientos la favorecen y qué mitos nos impiden ser felices. La felicidad no es un estado etéreo o inasible, sino que existen indicadores medibles de los estados de bienestar, tanto a nivel fisiológico, como psicológico.
Sonja Lyubomirski nació en Rusia, pero emigró posteriormente a Estados Unidos. Estudió Psicología en Harvard y un doctorado en Psicología Social en Stanford. Desde 1994 es parte del cuerpo de profesores e investigadores de la Universidad de California en Riverside. Como otros científicos sociales, ha observado que la felicidad es un estado impermanente debido a la adaptación hedónica, es decir, que nos acostumbramos fácilmente a los satisfactores que nos dan bienestar. Por ello en los últimos años ha estudiado y realizado experimentos con el concepto de felicidad sustentable. Entre sus hallazgos está que practicar la bondad de manera aleatoria es una buena forma de mantener los estados de bienestar, así como aprender a manejar nuestros discursos internos, evitar la comparación social y ejercitar la gratitud.
Mihalyi Csickszentmihalyi (se pronuncia chic-sent-mijai) es uno de los padres de la Psicología Positiva, Nació en Hungría, pero emigró a Estados Unidos a los 22 años. Fue por muchos años jefe del departamento de psicología de la Universidad de Chicago. Actualmente es profesor e investigador en Claremont Graduate University, en California. Desde hace más de treinta años ha estudiado el fenómeno de la experiencia óptima o flow, es decir, cuando las personas se involucran tanto en una tarea que pierden la noción del tiempo y están motivados de manera intrínseca, es decir, no buscan reconocimiento o pago, eso ya es un extra; a ellos lo que les apasiona es la tarea misma. Aunque comenzó estudiando este fenómeno en los deportistas y en los artistas, poco a poco fue ampliando su campo de estudio, pues encontró que el flow se da en todos los campos de acción del ser humano, lo que se requiere es que la persona tenga clara la tarea a realizar y que las habilidades estén a la altura del reto. Sus estudios le han llevado a conocer mejor las características de la personalidad autotélica, el enfoque de la atención y el gasto de energía psíquica. Sus investigaciones han abarcado también el estudio científico de la creatividad, de los buenos lugares para trabajar y de las relaciones interpersonales.