Para iniciar una acción basta la voluntad, pero para mantener un comportamiento, sobreponerse a adversidades y esforzarse para lograr objetivos, el carácter es fundamental.
Sin embargo, esto no es sencillo, ya que se requiere un esfuerzo adicional por parte de la persona, además de condiciones ambientales que sean seguras, motivantes, tolerantes al error y promotoras del aprendizaje por medio de la experiencia. Dichas condiciones pueden generarse en la escuela y es el aula el sitio ideal para que el docente promueva la práctica de acciones que faciliten el éxito académico de sus alumnos.
Una fortaleza puede definirse como una capacidad natural para comportarse, pensar y sentir de una manera que promueve el logro exitoso de objetivos (Linley & Harrington, 2006). De acuerdo con Seligman (2002), cuando las personas utilizan sus fortalezas tienen un mayor sentido de bienestar; en el ámbito educativo, el uso de fortalezas facilita el aprendizaje y el trabajo a un mayor nivel, ayuda a que las personas se sientan más motivadas, confiadas y con un mayor sentido de satisfacción, maestría y competencia (Clifton & Harter, 2003; Peterson & Seligman, 2004; Linley & Harrington, 2006).
La educación del carácter tiene el propósito de revelar y desarrollar las fortalezas existentes, cuenta con cinco facetas o dimensiones (Linkins et al., 2015):
Desarrollar un lenguaje y visión de fortalezas de carácter (por ejemplo, la encuesta VIA Youth – Values in Action – se emplea a jóvenes de 10 a 17 años)
Reconocer y pensar sobre las fortalezas de los otros
Reconocer y pensar sobre las propias fortalezas
Practicar y aplicar fortalezas
Identificar, celebrar, y cultivar fortalezas grupales (aula, escuela, etc.)
El reconocimiento y la práctica de las fortalezas de carácter son el complemento ideal a la educación de las habilidades académicas tradicionales. Un estudio (Wagner & Ruch 2015) identificó que las fortalezas de amor por el aprendizaje, perseverancia, entusiasmo, prudencia, gratitud, esperanza y perspectiva, se correlacionan con el éxito académico de los alumnos que las ponen en práctica; similarmente, la perseverancia, la autorregulación, la prudencia, la inteligencia social y la esperanza, se correlacionan con el comportamiento positivo en el aula, lo que también favorece en un mejor aprendizaje y, como consecuencia, un mayor éxito académico.
En este sentido, las fortalezas de carácter posibilitan el autoconocimiento de los alumnos y la identificación positiva con los compañeros de clase. Para poner en práctica estas fortalezas, Rashid y Anjum (2005) nos proporciona las siguientes sugerencias, aunque también es importante que cada docente sea creativo y determine formas de adaptar estas prácticas y crear nuevas, acorde a su grupo de estudiantes:
Fortaleza |
Acciones |
Amor por el aprendizaje |
Seguir una noticia o evento mundial relacionado a un tema |
Perseverancia |
Seleccionar una persona que ejemplifique la fortaleza y definir formas de seguir sus pasos |
Entusiasmo |
Hacer una actividad semanal al aire libre |
Gratitud |
Contar tres cosas buenas que sucedieron en el día |
Esperanza |
Hacer un listado de cosas malas que hayan sucedido y por cada una, escribir dos cosas positivas |
Perspectiva |
Examinar un evento mundial desde diversas perspectivas (históricas, culturales, económicas, otras) |
Autorregulación |
Establecer objetivos diarios (hacer tarea, recoger el cuarto/aula, otros) y asegurar su cumplimiento |
Prudencia |
Pensar dos veces antes de decir algo |
Inteligencia social |
Identificar atributos positivos de las personas |
Si bien es cierto que solo se mencionan algunas de las 24 fortalezas de carácter propuestas en el VIA, es importante promover el uso de la mayor cantidad de fortalezas como sea posible, sin perder de vista la filosofía institucional y/o los lineamientos que dirigen a la institución. Recordar que entre más fortalezas conozcan los alumnos, mayor autoconocimiento tienen de su potencial y mayores caminos conocerán para generar un mayor sentido de bienestar personal y satisfacción escolar.