Cómo lograr cambios perdurables
Conviene reconocer que el cambio es difícil.
Durante el II Foro de Ciencias de la Felicidad, realizado el pasado 16 de octubre, el Dr. Tal Ben-Shahar abordó el tema de cómo lograr cambios permanentes. Afirmó que todo el tiempo estamos aprendiendo, pero que la mayor parte de las veces no recordamos o no aplicamos las lecciones que aprendemos. Muchas veces, cuando vamos a un curso o a una capacitación, experimentamos un gran entusiasmo por las propuestas, pero esta emoción desaparece rápidamente, por lo que muy pocas personas u organizaciones obtienen cambios perdurables.
Tal Ben-Shahar llama a este fenómeno de experimentar entusiasmo por lo novedoso “el efecto de la luna de miel”: durante el curso las personas se emocionan, desean el cambio, incluso tienen cierto aprendizaje. En el momento que regresan a la rutina, la mayoría se olvida de las ideas de cambio. Sin embargo, en algunos pocos el programa o curso no tiene ningún efecto, mientras que en otros sí hay un cambio, aunque sea ligero, del nivel inicial hacia una mejoría. Por ello distingue tres grupos:
A. Tienen un nivel de habilidad o conocimiento al iniciar el curso, pero al terminar no ha habido ninguna mejoría o cambio.
B. Tienen un nivel de habilidad o conocimiento y, como resultado del programa, se sienten motivados y determinados para comprometerse con el cambio. Sin embargo, poco tiempo después regresan a sus niveles iniciales. Son los que viven el efecto “luna de miel”.
C. Tienen un nivel de habilidad o conocimiento inicial y durante el curso se sienten motivados para cambiar. Aunque no mantienen el nivel de cambio que tuvieron mientras duró el curso, mantienen un nivel más alto de conocimiento o habilidad del que tenían al inicio. Son los que disfrutan el cambio perdurable.
La mayoría de nosotros pertenecemos al grupo B, pero ¿qué podemos aprender de los C, de los que sí logran el cambio?
Tenemos una autodisciplina limitada
Existe la creencia de que los cambios pueden lograrse por medio de la fuerza de voluntad. Sin embargo, la mayoría tenemos poca autodisciplina y es muy difícil aumentarla. Tal Ben- Shahar señala que las personas del grupo B tratan de lograr los cambios sólo con autodisciplina y por eso fracasan. En cambio, las personas del grupo C se apoyan en rituales que les permiten lograr el cambio. La mayor parte de nuestros hábitos los tenemos tan internalizados que no pensamos antes de realizarlos, por ejemplo: lavarnos las manos antes de comer, lavarnos los dientes después de comer, saludar al llegar... Señaló que primero nosotros formamos los hábitos, pero luego los hábitos nos forman a nosotros. Una forma de realizar el cambio es pasar del hábito al ritual, para realizar una conducta específica en un momento del específico, pero además relacionarla con un valor que sea importante para mí. Por ejemplo, si necesito dejar de estar tan dependiente del celular, puedo establecer el ritual de apagarlo al llegar a casa, para conectarme con mi familia. Así el hábito estará reforzado por el valor que le doy a la familia y se convertirá en un ritual si mantengo durante 30 días estas pequeñas acciones que contribuyen al cambio perdurable. De esta forma, se crean nuevas rutas neuronales y el ritual se vuelve parte de mí.
Los rituales asincrónicos son aquellos que requieren mayor espontaneidad, pues no se realizan en un momento determinado. Para ello necesito emplear un recordatorio, como un brazalete o una nota que me lo recuerde.
Cambio progresivo
El Dr. Ben-Shahar explicó también que los cambios progresivos son mejores que los fracasos espectaculares. El cambio es posible, pero no puede apoyarse únicamente en la autodisciplina, sino en los rituales. La mayoría de nosotros sabemos lo que nos conviene, el problema es que no lo hacemos todo el tiempo. El cambio perdurable requiere repetición. Señaló que en eso los teólogos tienen más razón que los filósofos, pues los teólogos siempre han recomendado que las prácticas religiosas, como el rezar, deben practicarse todos los días. Lo mismo ocurre con el cambio, requiero un ritual que me permita realizar todos los días una conducta que me acerque a él, es la única manera de lograr el cambio perdurable. Y en los momentos difíciles, cuando tropezamos u olvidamos nuestro compromiso con el cambio, aceptemos nuestros fallos para poderlos superar. Recordemos darnos permiso de ser humanos.