Ahora que se aproxima el Día de las Madres nos parece importante notar la relevancia de esta celebración.
La primera vez que se celebró oficialmente a las mamás fue el 10 de mayo de 1913, en Estados Unidos, con la difusión e impulso de Ana Jarvis. Al año siguiente, más de 40 países adoptaron la práctica, y en 1923 México comenzó a celebrar el Día de las Madres.
En poco tiempo, la idea de Jarvis de hacer un homenaje a las madres se volvió uno de los días de mayor actividad comercial. Pero más que comprar una rosa o un regalo, ¿de qué se trata la maternidad y por qué celebrarla?
La Dra. Julie Gottman, fundadora del Instituto Gottman y terapeuta en relaciones humanas, señala que la maternidad se trata básicamente de amar, amar y amar. En sus escritos nos indica que la experiencia de ser madre de otro ser humano es una fuente de satisfacción, y a la vez, de grandes cantidades de dudas y estrés.
En un estudio realizado con 1,200 madres durante el primer año de vida de sus hijos, el 75% de ellas expresaron que sus principales emociones eran orgullo y amor. Estas mujeres ubicaron su satisfacción en lo más alto de la escala en la entrevista. Un orgullo, describieron, de este nuevo ser y de sí mismas, por poder cuidar a un ser humano y ver su desarrollo como efecto de sus cuidados y amor.
Sin embargo, un 25% de las mujeres del estudio reportaron tener un alto nivel de angustia al dudar si estaban haciendo las cosas bien y, por supuesto, reportaron un desgaste físico por el cuidado y atención que requiere un hijo.
En la escala de satisfacción por la vida, ser madre es uno de los elementos que más genera la sensación de vivir con un sentido, y que vale la pena. Por otro lado, en las escalas sobre positividad en el día a día, la paradoja es que cuidar de los hijos es una de las actividades que las personas adultas disfrutamos menos.
Aun así vale la pena analizar: ¿qué hacen las mamás por sus hijos? Existe un estudio fundacional de psicología conocido como “estilos de apego”, en el cual se concluye que los niños que experimentaron un apego seguro o relación positiva y constante con su madre son adultos con autoestima, con capacidad de relacionarse bien y con mayor bienestar. Existen dos aspectos fundamentales que el apego seguro le brinda a los niños en su etapa de desarrollo: seguridad personal y capacidad de explorar el mundo.
Algunos de los aspectos que se reafirman con un apego seguro es el saber que mamá va a estar ahí, que se puede confiar en ella, que de cierto modo tiene las respuestas necesarias; que va a reconfortar ante las experiencias negativas, todo lo cual, por lo tanto, impulsa a explorar el mundo.
En cada interacción con mamá se afirman o se ponen en duda las interpretaciones de la realidad. Por ello la constancia es una de las formas en las que podemos dar a los hijos un mejor entendimiento del mundo. Es decir, puede haber estilos de maternidad con mayor o menor nivel de exigencia o de empatía; al final, los niños entienden esto rápidamente y comienzan a tomar decisiones con este código de comportamiento.
Cuando somos inconstantes, un día somos exigentes y otro complacientes, se genera un nivel de ansiedad que se puede trasladar a la vida adulta. Normalmente, en un niño, su madre (u otros cuidadores, si la madre no está presente) provee sus necesidades de seguridad, y conforme crece estas necesidades se satisfacen con los amigos o una pareja sentimental. Tener un apego positivo y constancia en la forma de ser de la madre es una gran ventaja.
Si hay madres leyendo esto y sienten un poco de duda sobre si están haciendo bien las cosas recomendamos algunas estrategias para potenciar su bienestar y el de sus hijos:
Si estás leyendo este blog como hijo, te recomendamos que este 10 de mayo, el homenaje para tu mamá esté orientado a agradecerle por sus cuidados. Si te preguntas qué puedes hacer por tu mamá para celebrarla ese día, aquí te damos algunas opciones: